Esperanza no es una perspectiva optimista en el trayecto de vida donde todo se vuelve bueno o la ilusión de que todo va a ser fácil y feliz. Mejor dicho y es con seguridad que no importan los desafíos y las pruebas, hay sentido en los acontecimientos de la vida porque Dios va a ser parte de nuestro caminar.
Todo en la vida cuando es dirigido a través de la santidad por el Espíritu, tiene sentido, propósito y dirección que nos va a dirigir ciertamente al Adviento de Cristo en el Reino Eterno de Dios.
i En la Encarnación, Dios entra en la historia humana como la Palabra Eterna que se hace carne y el significado de la Palabra que Dios había hablado desde el principio en la Creación y a través de la historia de Israel, a través de los Profetas, vino a cumplirse en su Hijo Jesucristo.
ii En Jesús, la Palabra encarnada, está llena de la justicia y misericordia de Dios, ha sido revelada y entra en el mundo para ser el Camino que nos guíe a su Reino.
iii En la Familia de Dios, Dios no nos va a dejar huérfanos, sino que va a estar con nosotros a través de los acontecimientos desafiantes de la historia y nos formará y transformará y así un día heredaremos el Reino.
iv La Esperanza no nos va a defraudar, porque el Espíritu de Dios fluye en nuestros corazones en amor y eso va a dirigir nuestros corazones hacia nuestra meta final, nuestro espíritu anhelante por un hogar, pero nuestro hogar no es un lugar, sino que es nuestro destino en unión con Dios en donde realizaremos la plenitud de su Voluntad y su Verdad en nuestras vidas. En este hogar que vivimos nosotros elaboramos nuestra salvación de acuerdo con el propósito y la gracia de Dios, consagrándolo todo a sus propósitos.
V Dios viene al mundo a través de de las vidas santas. Nosotros aguardamos en la Esperanza del Adviento o venida de Dios, seguros de que si le ofrecemos diariamente nuestras vidas en amor y de acuerdo a su Verdad. Así le iremos conociendo más en nuestro caminar y El nos bendecirá con su presencia. Se nos revelará en el “Compartir del Pan” y en los muchos acontecimientos ordinarios de nuestra vida los cuales llegan a ser actos de Fe.
Nosotros perseveramos a través de los tiempos de pruebas y penalidades, somos pacientes en tiempos de silencio, soledad, y oposición y estamos siempre vigilantes por su venida porque sabemos que vendrá en el tiempo y la manera que menos esperemos.