ARTICULO 32

ARTICULO 32

“Jesucristo subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso” 


“Cristo resucitado – es principio y fuente de nuestra resurrección futura”. En la espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en el corazón de sus fieles. En Él los cristianos “saborean los prodigios del mundo futuro” (hb 6,5)y su vida es transportada por Cristo al seno de la vida divina para que ya no vivan para sí los que viven , sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2Co 5, 15).


“El Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al Cielo y se sentó a la diestra de Dios” (Mc 16,19). El cuerpo de Cristo fue glorificado desde el instante de su Resurrección como lo prueban las propiedades nuevas y sobrenaturales, de las que desde entonces su cuerpo disfruta para siempre.


Pero déjenme decirles que: Jesús antes de su ascensión a los cielos se apareció a sus discípulos por todavía 40 días en los cuales él comía y bebía familiarmente con ellos y les instruía sobre el Reino, su gloria aún queda velada bajo los rasgos de una humanidad ordinaria. El carácter velado de la gloria del Resucitado durante este tiempo se transparenta en sus palabras misteriosas a María Magdalena: “Todavía no he subido al Padre. Vete a donde mis hermanos y diles subo a mi Padre que es vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios. (Jn 20,17).


La última aparición de Jesús termina con la entrada irreversible de su humanidad en la gloria divina simbolizada por la nube y por el cielo donde él se sienta para siempre a la derecha de Dios.  Sólo de manera completamente excepcional y única, se muestra a Pablo “como un abortivo” (1 Co 15, 8) en una última aparición que constituye a éste en apóstol. (CIC 659).


En esta última etapa se cumple lo que Nuestro Señor nos dice en los Evangelios, en la primera etapa que es la Encarnación: “Sólo el que salió del Padre “puede “volver al Padre”: Cristo Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el “Hijo del hombre” (Jn3, 13).


Cristo sentado a la derecha del Padre. “Por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que existía como Hijo de Dios antes de todos los siglos, como Dios y con substancial al Padre, está sentado corporalmente después de que se encarnó y de que su carne fue glorificada”. “A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás (Dn7, 14). Así los apóstoles se convierten en testigos del “Reino que no tendrá fin”.


Hna. Norma

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