ARTICULO 24

ARTICULO 24

continuamos con “La Oración”


En esta ocasión miraremos algunos avisos de “El Tratado de Oración” (de Orígenes).


Las tentaciones más comunes que suelen fatigar a los que se dan a la oración, y los remedios para combatir: 


Las faltas de las consolaciones espirituales. La guerra de los pensamientos inoportunos. Los pensamientos de blasfemia e infidelidad.  El temor desordenado.  El sueño demasiado.  La desconfianza de aprovechar. La presunción de estar ya muy aprovechado.  El apetito demasiado de saber. El indiscreto selo de aprovechar.


Estas son las tentaciones más comunes que hay en este caminar. Y aquí algunos de los avisos para combatirlas. Primeramente, al que le falten las consolaciones espirituales, el remedio es  que no por eso dejes el ejercicio de la oración acostumbrada, aunque te parezca desabrida y de poco fruto.  Al contrario ponte en la presencia de Dios como reo y culpado, y examina tu conciencia, y mira si por ventura perdiste esa gracia por tu culpa, suplícale al Señor con entera confianza que te perdone y te declare las riquezas inestimables de su paciencia y misericordia en sufrir y perdonar a quien otra cosa no sabe sino ofenderlo.  De esta manera sacaras provecho de tu sequedad, tomando ocasión para  más humillarte por lo mucho que pecas, y para más amar a Dios, viendo lo mucho que te perdona.


Y aunque no halles gusto en estos ejercicios, no desistas de ellos, porque no se requiere que sea siempre sabroso lo que ha de ser provechoso. A lo menos esto se halla por experiencia, que todas las veces que el hombre persevera en la oración con un poco de atención y cuidado haciendo buenamente lo que puede, saldrás de allí consolado y alegre, viendo que  lo que hiciste por tu parte es lo que era en sí.


Mucho hace a los ojos de Dios quien hace todo lo que puede, aunque pueda poco.   Nuestro  Señor no mira tanto el caudal del hombre, mira más bien en cuanto a su posibilidad y voluntad.


Mucho da quien desea dar mucho, quien da todo lo que tiene, quien no deja nada para sí. No es mucho durar mucho en la oración, cuando es mucha la consolación. Lo mucho es que, cuando la devoción es poca, la oración es mucha, y mucha mayor la humildad, y la paciencia y la perseverancia en el bien obrar.

 

Que no te falte la alegría espiritual ya que es el principal remo de esta navegación, es necesario Pedir con diligencia lo que te falte de gracia.


Hna. Norma

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